
MIS PRIMEROS PASOS
Mi madre me dice que ya desde la cuna me despertaba moviendo los brazos y las manos con mucho aire flamenco. No vengo de familia flamenca, pero sí tengo sangre andaluza, supongo que algo habrá influido (sonrisa).
Comencé a bailar y a leer mis primeras partituras de música con tan sólo 7 años. Intenté tocar la bandurria, la guitarra e incluso el piano… y digo intenté porque en realidad no seguí por ese camino, ¡el baile me llamaba más! Eso sí, llegué a formar parte de una tuna de mujeres, en la que la más jovencita era yo, y era la que andaba sin parar dando saltos y haciendo piruetas con la pandereta en la mano.
Mis primeras clases de baile fueron de folklore español, las jotas. Me encantaba porque cantaba y bailaba a la vez…
Un día vi a la hija de mi profesora de folklore haciendo ballet, me enseñó las puntas y le pedí que me enseñara a bailar eso que estaba viendo y me tenia bocabierta. Ahí empecé a hacer mis primeros plies y tendus…
La música me entusiasmaba y siempre estaba cantando y bailando en casa. Llevaba conmigo un radiocassette que utilizaba para ir a bailarle a las/os vecinas/os y me llenaba de felicidad el ver que les gustaba y disfrutaban viéndome bailar.
Recuerdo una mujer viuda, Encarna se llamaba, que siempre estaba muy triste y lloraba… a mí no me gustaba verla así, y cogía mi radiocassete, iba a visitarla algunas tardes, le bailaba por un ratito y ese momento era el más feliz tanto para ella como para mí. Para ella porque por un momento se olvidaba de su tristeza, pero para mi porque era yo quien le habia ayudado a salir de ese estado aunque fuera por un momento, y me encantaba ver cómo se le dibujaba una sonrisa en su cara. Quizás era demasiado pequeña para entender qué tan importante podría ser eso para ella, pero hoy en día me doy cuenta que probablemente sí lo fuera y por eso lo recuerdo con tanto cariño.
En los veranos organizabamos festivales de baile para las fiestas del barrio y disfrutaba muchísimo coreografiando y preparando el espectáculo con mis amigas/os.
Empecé a darme cuenta que el baile me hacia feliz y yo quería seguir haciéndolo toda la vida.
CÓMO DESCUBRÍ EL FLAMENCO
No puedo recordar exactamente como fue, porque como ya he dicho anteriormente no vengo de familia flamenca. En mi familia nadie baila, ni canta, ni hay músicos… ni profesionales ni aficionados. Tuve mi primer traje de flamenca con tan solo 2 años que me hizo mi abuela, eso sí, pero nunca me llevaron a un tablao flamenco o peña o algo parecido. Aun así, tenía que salir flamenca la niña… ¡la artista me llaman desde pequeña!
En realidad mi descubrimiento primero, no fue con el flamenco en su estado puro. Si no a través de la copla y las rumbas. Tenía una niñera que me llevaba a pasear a su barrio por las tardes. Un barrio de mi pueblo, Fátima, en el que es característico porque vive mucha gente andaluza y de etnia gitana. En las casas y en los gruposd e amigos se escuchaban muchas rumbas: Los Chichos, Los Chunguitos, Junco… A mí me llamaba la atención y me encantaba tocar las palmas y bailotear a ese ritmo.
Además estaba como loca con Isabel Pantoja, y me ponía a cantar y bailar en el salón de la casa. Tanto, que a veces me tenían que llamar desde la oficina de abajo para decirme que por favor parara un poquito…
El verano de 1988 me fui todo el verano a Fernan-Nuñez, Córdoba, el pueblo de mi padre. Ahí aprendí a bailar sevillanas o al menos a seguirlas como podía, ví las primeras actuaciones de flamenco, me vestí con el traje tipico de cordobesa que mi tia Rosa, con sombrero calañés y todo… y disfruté tanto!! Que cuando regresé a Almassora les pedí a mis padres que yo queria aprender a bailar flamenco, sin saber exactamente lo que era, pero sabiendo que lo que había disfrutado y visto hasta entonces era suficiente para tomar esa decisión. Tenía 9 años.
Recuerdo como si fuera ayer, cuando un día fui a ver a mi padre a su oficina y allí estaba Jose Luis Villena, cantaor de flamenco y socio de la Peña Flamenca Luis de Córdoba de mi pueblo, Almassora. Salió en la conversación que la niña, yo, estaba interesada en el flamenco y me invitó a visitar la peña y a recibir clases con la profesora de allí. Sin pensarlo fuí, estaba tan emocionada! MariPaz se llamaba la profesora, ella me enseñó a perfeccionar las sevillanas, a tocar las castañuelas, mis primeros braceos, marcajes por Alegrías y Fandangos, fueron con ella. Empecé a asistir a eventos flamencos, encuentros con otras peñas y a bailar en escenario.
Es verdad que ya había bailado en escenario con anterioridad y amo todas y cada una de las formas que tiene la danza, pero lo que sentía con el flamenco no lo conseguía de otro modo.
Era como una explosion de pasión, respeto, emoción, serenidad y nervios a la vez, felicidad, amor, entusiasmo, alegría… Solo quería más y más!
¡Había descubierto mi mundo!
Un comentario
Fabulosa historia te felicito eres fabulosa.